Yo creí haber estado en el peor hotel del mundo, pero por lo visto no es así. El Hans Brinker, en Amsterdam, no es que lo sea, es que presume de ello. Y además, ahora Kessels Kramer publica un libro para corroborarlo. En él encontrarás el por qué de semejante afirmación y la agresiva campaña de publicidad que anuncia sus virtudes como alojamiento.
miércoles, 22 de abril de 2009
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